martes, 29 de junio de 2010

Sobre los problemas sociales
de nuestro tiempo.



Recientemente en los noticieros cristianos se publicó que nuestro país está teniendo un crecimiento notable en el campo evangélico, tanto que ha superado al catolicismo que ha reinado por años en nuestra nación. Por momentos fue una noticia que me llenó de orgullo y alegría, pero la verdad es que vemos las noticias y nuestra tierra va de mal en peor. Quizás superamos en números al gigante del catolicismo, que dicho sea de paso, no sabía que era nuestra competencia o referente; pero la otra cara de la moneda, los otros números, nos dicen que no hemos superado los graves problemas sociales en los que nuestro país literalmente se hunde. Entonces me pregunto ¿De qué nos ha servido crecer en número? Entiendo que la Iglesia está puesta como luz y sal de la tierra, y por lógica entendería que a mayor número de ella mayor sería el impacto; ¿pero qué puedo pensar cuando hay números grandes de membrecía pero cambios minúsculos, por no decir que inexistentes? Es de ello sobre lo que quiero hablar, esos problemas sociales que no se han superado en nuestro tiempo- problemas de los cuales el evangelio que “predicamos” parece no impactar o hacer el más mínimo rasguño de cambio.

NARCOTRÁFICO.
Este cáncer que se encuentra arraigado en nuestro país, surge a partir del siglo XIX y XX en drogas (marihuana, opiáceos, etc.) hasta ese entonces de uso común por razones médicas. Redimiendo el tiempo, E.U.A (todavía teniendo mayor presencia política en el ámbito internacional) intentó convencer a México (y otros países) para crear un mayor control respecto al consumo de estas drogas, pero nuestro gobierno tenía prioridades altas en otros aspectos, por lo que se avanzó muy poco en esta materia, el final, creo que está demás decirlo. Lo que sí cabe la pena señalar, es el efecto que el narcotráfico tiene en nuestra nación. El narcotráfico resulta en daño para el ciudadano y a su vez a la sociedad que se traduce posteriormente en muerte; así mismo destruye las familias y la economía del país (lavado de dinero y evasión de impuestos), qué decir de nuestras instituciones, que son seducidas por la corrupción al igual que los funcionarios públicos que la presiden o representan.

CORRUPCIÓN
Stephen D/ Morris la define como el “uso ilegítimo del poder público para el beneficio privado” Así mismo se le puede definir como “Todo uso ilegal o no ético de la actividad gubernamental como consecuencia de consideraciones de beneficio personal o político"; o simplemente como "el uso arbitrario del poder". La corrupción en México se deja sentir favoreciendo a las élites burocráticas políticas y económicas, a cuestas del “gueto” restante a su vez, dicho favorecimiento erosiona la credibilidad en las instituciones. Por otro lado reduce los ingresos fiscales e impide que los escasos recursos públicos coadyuven al desarrollo y bienestar social. Por si esto fuera poco, revitaliza una cultura de la corrupción y contribuye a su proliferación. Hablar con exactitud sobre el surgimiento de la corrupción en México puede resultar ambiguo, pues la corrupción es un problema que se ha agravado en nuestros días, pero que realmente ha estado presente desde antes de la conquista.


DESEMPLEO
Para entender cuál es el problema del desempleo, empecemos por entender qué genera un empleo: contar con un empleo brinda a la persona la posibilidad de tener ingresos, por tal pueden acceder a bienes y servicios que coadyuven a satisfacer sus necesidades. Así también, en la escala en la que logren satisfacer dichas necesidades, mejor será su nivel de vida. Además de esto, no sólo es importante el tener empleo, sino la calidad del empleo, es decir, el salario, la jornada laboral, las condiciones de empleo, la estabilidad, la seguridad social, entre muchos otros elementos. Ahora bien, en cuanto al desempleo, cabe destacar que este problema ocasiona un costo de dos dimensiones: el primero es económico, es decir, correspondiente a todo lo que se dejar de producir y que será imposible recuperar. La otra dimensión, atañe a lo social, en otras palabras, la pobreza e inquietud social y política que implica el desempleo en grandes escalas, tal como se vive en México. Estamos hablando de personas que son sometidas a una ociosidad forzada, y que por tal motivo (al saberse “improductivos”) padecen frustración, desmoralización y pérdida del amor propio. Quizás uno de los problemas más sonados del desempleo, es aquel que dice que ante una necesidad no satisfecha, el económicamente inactivo tendrá que satisfacerla de alguna manera, como robar, secuestrar, etc., sólo por citar algún ejemplo.

SECUESTRO
Es uno de los delitos más graves que atentan contra la integridad humana, apenas y por décimas es superada por el narcotráfico como el delito de “moda” en nuestra sociedad mexicana. El secuestro es la privación de la libertad humana. Sea por los motivos que sea, y de la forma en la que sea según sus clasificaciones; el secuestro siempre dejará secuelas en los afectados, y por ende en la sociedad hará patente su marca. El secuestro deja en los involucrados experiencias emocionales traumáticas en lo particular, pero en lo general, hablando a escala de sociedad, no podemos negar que el secuestro se ha robado nuestra tranquilidad al caminar por la calle a través del pánico que ha sembrado. Está por demás decir que este problema se ha agravado en los últimos 10 años, y es menester recalcar que ya no se aboca a un segmento de la sociedad, sino que se practica tanto en clases bajas, medianas o altas. Tal problema a su vez revela la condición de nuestras autoridades y la eficacia de los organismos que espera nos protejan, ya que muchos de ellos también se encuentran inmiscuidos como promotores del secuestro en México.

EDUCACIÓN
Es sabido por todos que somos un país que rápidamente absorbe cualquier práctica o cultura extranjera. Es fácil ignorar la propia identidad por imitar otra. Hay quienes atañen este problema a la mala educación que se ofrece en nuestras escuelas. Por un lado tenemos a una parte de la población que ha tomado la mala educación como parte del trajín diario de la vida (patología de la normalidad), y por el otro, tenemos al gobierno que no considera como prioritario el tema de una verdadera reforma educativa, por “ceder” el lugar a “problemas” políticos, económicos, de desempleo o seguridad; ignorando así que los mencionados son producto de la deficiente educación de la que “goza” el país. Nunca habrá una verdadera revolución en México a menos que haya un revolución en la institución que brinda gran parte de los principios y bases al individuo. La situación es crítica, la educación en México va declinando a una velocidad constante. Una mala educación genera un mal ciudadano, y un mal ciudadano se convierte en productor de problemas para la sociedad.

LA IGLESIA DICE:
Ante los problemas rápidamente mencionados, la pregunta es ¿qué puede hacer la Iglesia ante esta situación social que se vive en México? Visto desde la perspectiva de Jesús cuando dice en Mateo 5.13 refiriéndose a la iglesia como “una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder” entendemos que corresponde a la Iglesia tomar acciones o medidas que contrarresten cada uno de los problemas, comprendiendo que nuestra respuesta debe ser más allá de una sencilla oración.

Quizás empezaríamos a responder, contestando la siguiente pregunta: ¿Qué tan incluyente (no influyente) es el evangelio que presentamos? Tal pareciera que la respuesta a esta interrogante resulta negativa, porque si damos un vistazo a lo que sucede en el ambiente eclesiástico y lo comparamos en el marco social en el cual se desarrolla, vemos que el cristiano y su mensaje se han vuelto exclusivistas. Estamos hablando entonces de una iglesia elitista, “ayudo” o “atiendo” a quien en verdad quiero atender; por decirlo de una forma que se oiga romántico, porque la realidad es que atendemos a quien viene a nosotros, y no porque nosotros vayamos a la necesidad. Entonces, podemos iniciar respondiendo la pregunta de qué hacer ante la problemática, presentando un mensaje que incluya al individuo sea cual fuere su condición, porque dicho sea de paso, el evangelio es para toda creatura.

Ahora bien, pasando a otros asuntos. La forma en que vayamos a responder a estos problemas tiene que ser más allá de hacer cosas. Es decir, no se trata de llenar “barrigas”, ni tampoco de donar “varos” (dinero) , mucho menos de vestir a la gente; con esto no digo que no se deba hacer, pero lo que sí estoy tratando de decir, es que todo ello es incompleto a menos que se dé lo prioritario, que es que la persona pueda llegar a tener un encuentro con Dios y que el Espíritu Santo haga una obra transformadora en el ser. Transformando al individuo, se transformará la sociedad; transformando a los agentes que crean una sociedad (individuos), se transformarán o menguarán los problemas sociales que aquejan a nuestro país.

“Una luz no se enciende y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero para que alumbre a todos lo que están en casa” Nosotros somos el medio, somos el pebetero que lleva la flama del Espíritu Santo y mientras caminamos, hacemos discípulos de todas las naciones. En nuestro diario caminar, ahí donde realizamos nuestras actividades debemos ser ese reflejo de la luz del Espíritu Santo. Ellos no van a venir al Espíritu si no lo conocen, corresponde a nosotros mostrárselo con nuestro testimonio. Es hora de que empecemos a mostrar que en verdad sí somos pentecostales e incluirnos en los problemas sociales de nuestra nación, es hora de volvernos protagonistas de la transformación.